El texto propuesto para comentario es una noticia de tirada
nacional El País en la que el autor, Pablo Ordaz, expone las disculpas
ofrecidas por el papa Francisco en cuanto a los previos abusos a niños por parte
de los sacerdotes.
Cuando los eclesiásticos ponían rumbo a otros países para
representar a la iglesia ayudando a los niños más necesitados, aprovechaban la
estancia y su autoridad para abusar sexualmente de ellos.
Se cuenta también en el escrito el caso de una mujer de
sesenta y seis años que con trece sufrió un cáncer. La misma, fue acudida por
la iglesia. En una de las visitas de los sacerdotes, uno de ellos aprovechó
para abusar de ella y hacerle fotografías. Para evitar su discrepancia, el
sacerdote le dijo que era el enviado de Dios y que no podía negar sus
peticiones. Ella quedó traumatizada de por vida.
En primer lugar me parece fatal que la iglesia abuse de su
poder y reputación para hacer atrocidades de tal grado. El hecho de representar
a Dios no es excusa para violar los derechos humanos sin pena ninguna.
Afortunadamente, aunque hayan pasado muchos años se han empezado a tomar medidas sobre estas
acciones. Incluso el mismo veredicto Francisco ha pedido hoy perdón ante la Oficina Internacional Católica de la Infancia.
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, Jorge Mario
Bergoglio ha insistido en la importancia de la abolición de la esclavitud
infantil, así como de su reclutamiento soldado. “A mí me gusta decir que en una
sociedad bien formada los privilegios deben de ser solo para los jóvenes y para
los ancianos. Porque el futuro de un pueblo está en mano de ellos. Los niños
porque ciertamente tendrán la fuerza de llevar adelante la historia. Y los
ancianos porque llevan consigo la sabiduría de un pueblo y deben transmitirla”.
Como conclusión, podemos decir que la justicia debe ser
aplicada a todos los ámbitos, incluido al de la santísima y perfectísima
iglesia.
Cristina Pulido Benítez
4ºB
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